Rosa tiene dieciocho años y se dedica a hacer veladuras: restaura y ornamenta imágenes de santos y les aplica un tratamiento para que parezcan antiguas. Hace lo mismo con su pasado: con su voz y su palabra trata de recuperar la memoria y así reparar sus propias grietas. Con retazos de recuerdos lastimados por la pérdida de su padre y de su hogar, hilvana una historia donde la pátina del tiempo encubre y simultáneamente revela viejos dolores.