En las primeras páginas de este libro, Thomas Verny nos refiere cómo la idea de escribirlo surgió de aquella tarde en que observó a una joven embarazada cantar plácidamente a su vientre de siete meses, nanas anticipadas. Desde siempre la mujer en estado de gestación ha establecido algún tipo de comunicación con la criatura, de manera que no resulta extraña la evolución científica que se ha operado en este sentido. Según las últimas investigaciones fiables, el feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, inclusive aprender.