El rey Baltasar se queda horrorizado cuando a medianoche aparecen letras de fuego en una pared de su palacio. Thomas David revive, de forma emocionante y poética, la “época dorada” de la pintura holandesa. Escribe acerca de Rembrandt, de sus amigos, de sus modelos, de sus alumnos, de su estudio, de Saskia, de Hendrickje, de la fama y de la crisis, del arte y de la quiebra económica.
David desarrolla, con amplios conocimientos, un retrato del pintor y nos transmite una idea vigorosa de la vida en el siglo XVII en los Países Bajos.