El maestro se supera a sí mismo... en aterrar. He aquí una serie de cuentos -unos, horripilantes en su extravagancia; otros, tan terroríficos que disparan el corazón- que son el producto más acabado de una de las más poderosas imaginaciones de nuestro tiempo. En el cuento que da título al libro, las puertas del infierno parecen abrirse para un pequeño pueblo de Maine llamado Long Lake. Un supermercado se convierte en el último bastión de su población pues una densa niebla comienza a devorarlo todo, y al parecer no viene sola. En otro, no menos perturbador, la tranquilidad le será negada a un personaje cuando descubra que su juguete, hace años desechado, ahora se presenta en su desván revelándose con siniestros rasgos. En esta antología Stephen King nos demuestra que el terror sobrecogedor y cruel no sólo acecha en lo que viene de fuera, también en lo que no percibimos dentro de nosotros.