En 1473, en Caprese, Italia, nació uno de los artistas más reconocidos de la historia: Miguel Ángel Bounarroti, quien trabajó para papas y gobernantes. Estudió latín antes de hacerse aprendiz del pintor Ghirlandaio. Aprendió la técnica de la pintura al fresco, que aplicó en la importante Capilla Sixtina del Vaticano. Luego, Lorenzo de Médicis lo ayudó a desarrollarse como escultor y realizó piezas inigualables en mármol: el David, la Piedad y el Moisés. Destacó como arquitecto, con la Basílica de San Pedro, y su poesía hoy es valorada como una de las mejores en italiano. Representa la perfección del genio artístico por su maestría en el uso de la perspectiva y la composición. Ganó libertad y reconocimiento para todos los artistas posteriores.
