El Universo se rige por una gran ley que se manifiesta de múltiples maneras. Sabemos perfectamente que existe la ley de la gravedad, y sin embargo ignoramos otra: LA LEY DE LA ATRACCIÓN en el mundo de los pensamientos. Reconocemos la fuerza que atrae los cuerpos hacia la Tierra, que mantiene en su lugar los planetas, pero no vemos la poderosa ley que atrae hacia nosotros las cosas que deseamos o tenemos, la que crea o destruye nuestra vida. Cuando pensamos, emitimos vibraciones de una sustancia etérea, igual de reales que las de la luz, la electricidad o el magnetismo. Que esas vibraciones no sean perceptibles a nuestros sentidos no demuestra que no existan. Un potente imán es capaz de atraer un gran trozo de metal; sin embargo, no podemos ver, saborear, oír ni sentir su fuerte atracción. Del mismo modo, las vibraciones del pensamiento no se pueden ver, oler, oír ni tocar, si bien muchos de nosotros hemos detectado de forma inconfundible algunos de los pensamientos de los demás. La telepatía y otros fenómenos similares no son cosa de la imaginación. Cuando nos damos cuenta de que el pensamiento es una manifestación de energía que posee una atracción parecida a la de un imán, comenzamos a entender muchas cosas. No hay estudio que merezca tanta dedicación como el aprender cómo funciona esta poderosa ley. LA LEY DE LA ATRACCIÓN
