En la actualidad los padres padecemos una monumental crisis de autoridad. Una familia es un sistema, un grupo de individuos de una misma clase y especie y como tal, requiere de una jerarquía que le dé balance y orden y le permita existir de manera equilibrada y armoniosa. Las estructuras jerárquicas son necesarias para la supervivencia en todos los niveles, y en el caso de la familia, implican un orden descendente de acuerdo a criterios de autoridad y poder. Esto significa que lo esperado -porque es lo sano-, es que los padres ocupen el primer lugar en ese orden jerárquico. No porque sean mejores, superiores, o más valiosos, sino porque son los mayores, los procreadores y es lo que va con la armonía y el orden natural de la vida. Observemos la naturaleza toda, que nos confirma la ineludible realidad de que las estructuras jerárquicas son necesarias para que exista el equilibrio, la armonía y la vida misma. Cuando en una familia la autoridad y el poder recaen donde no deben estar, es decir en los hijos (uno o todos), el sistema se desequilibra, la dinámica de relación entre los miembros se confunde y trastorna, desarmonizando profundamente a todos y en todos los niveles. Por otra parte, tener tanto poder en la familia, hace sentir al hijo o los hijos que lo llevan, alterados emocionalmente, ansiosos y angustiados. Es demasiado pesado cargar sobre sus espaldas semejante paquete: la autoridad y el poder que está ´diseñado´ para las espaldas de los progenitores -los padres- no de los hijos. ¿Cuáles son los factores que originan esta trágica y peligrosa ´crisis de autoridad´, que nos aqueja a los padres hoy en día? ¿Por qué no podemos decir NO? ¿Por qué nos cuesta tanto establecer una disciplina dentro del seno familiar? ¿Qué nos lleva a querer resolverles los problemas a nuestros hijos, darles todo en charola de plata y a manos llenas y facilitarles tanto la vida? ¿Por qué permitimos que nos maltraten? Este libro responde a estos cuestionamientos y proporciona información y herramientas efectivas para ayudar a los padres a aprender a amar a sus hijos con sabiduría y a capacitarse para crear la armoniosa combinación de una firme disciplina y un gran amor: fórmula infalible.