El fantasma de Canterville parodia con fino humor las historias de horror pero, sobre todo, las costumbres de la aristocracia inglesa frente a la pragmática idiosincrasia de los norteamericanos. La figura del irlandés Óscar Wilde emerge con luz propia en la sociedad victoriana de finales del siglo XIX. Prototipo del Dandy, esteta y decadente, electrizó la escena londinense con sus comedias de enredos. El Fantasma de Canterville es un delicioso relato en el que Óscar Wilde subvierte la tradición del cuento gótico inglés en clave humorística. El malévolo fantasma lo pasa muy mal pero aprende y predica una buena lección: el amor es más fuerte que la muerte. Los nuevos propietarios americanos del castillo de Canterville tienen, acaso como Wilde, una invulnerable inocencia y provocan la consternación de los aristócratas ingleses. La obra contiene una de sus célebres sentencias: en la actualidad tenemos todo en común con américa excepto, por supuesto, la lengua.