Pese a su escepticismo inicial, Cowart empieza a investigar. Convencido de que el acusado no cometió los delitos que se le imputan, publica en sus artículos información que permite al convicto salir en libertad, tras lo cual recibe un Premio Pulitzer por su tarea periodística.
Sin embargo, y para su horror, el escritor se percata de que ha puesto en marcha una tremenda máquina de matar y que ahora le toca a él intentar, en una carrera a contrarreloj, que se haga justicia fuera de los tribunales.