Empecemos por lo más obvio, por algo que hacemos probablemente centenares de veces todos los días: lo que hacemos es sencillamente hablar con nosotros mismos y con los demás y, al hacerlo, nos atribuimos y les atribuimos mentes que tienen las capacidades de conocer, creer, desear, recordar, etc. La mente, aunque no fuera otra cosa, es algo que se piensa y se predica, mediante el lenguaje, acerca de uno mismo y de los demás (Ángel Riviére).