Alicia se encuentra de nuevo en el país de los sueños, donde conoce a un conejo blanco muy especial, admirador de Melville, Cioran y Nietzsche, entre otros, que la lleva a su madriguera en busca de una edición ilustrada del Frankenstein en Sussex de H. C. Artmann. Al contrario de lo que ocurre en Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, aquí Alicia se halla en una casa en las profundidades de la tierra. Y en cada una de las plantas, se topa con las creaciones de Carroll: la oruga que fuma en pipa, el gato sonriente, la tortuga marina y muchos más, hasta que en la última planta de la casa, la más profunda, Alicia da con el monstruo de Frankenstein.